No es extraño que a nuestro taller de chapa y pintura de Fuenlabrada llegue en alguna ocasión un coche con la parte frontal plagada de pequeñas manchas de óxido causadas por el impacto de restos de insectos. Es algo muy común que nos ocurre a casi todos cuando hacemos un viaje largo por carretera, sobre todo en los meses de primavera y verano. Habitualmente todos esos restos desaparecen, a veces teniendo que frotar con insistencia con la esponja, si lo lavamos casi inmediatamente al término del viaje.
El problema se agrava cuando dejamos pasar el tiempo sin lavar el coche y, sobre todo, si no retiramos esos restos que se han quedado incrustados. El interior de muchos insectos y polillas contiene sustancias que tiene un alto poder abrasivo y, en contacto con la carrocería, pueden llegar a picarla dando lugar a la aparición de puntos de óxido que nos obligan a buscar un buen taller de chapa y pintura de Fuenlabrada donde repararlo.
Cuando circulamos por carretera, al chocar contra un insecto, la capa de protección que cubre la pintura de nuestro coche sufre una pequeña rotura. No tiene mayor importancia puesto que está hecha de una resina muy flexible y, aunque se rompa, al cabo de unos instantes vuelve a cubrir de nuevo la rotura. Sin embargo, con la fuerza del impacto, algunos pedazos del insecto pueden quedar atrapados en esa capa de resina impidiendo que ésta vuelva a cubrir la rotura.
Entre los ácidos de los restos del insecto y el agua de las lluvias que encuentra un agujero para llegar a la chapa, la pintura comienza a corroerse y aparecen las manchas de óxido. Para evitar este problema, desde Talleres Sanburauto te recomendamos lavar siempre el coche después de hacer un viaje por carretera.